viernes, 28 de junio de 2019

REVISTA 108

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Edgar Aguilar
Elogio de Pitol



"Me parece que al llegar a la vejez, esa palabra maldita, cuando uno ve con lejanía la infancia, la adolescencia, los grandes asombros de esos períodos, la felicidad intensa de entonces, de la que no acaba uno de darse cuenta, se comienza también a percibir el pasado como un sueño, una niebla. Nuestro presente y eso que damos en llamar la realidad es sólo la continuidad de ese sueño”, responde Sergio Pitol a Pedro m. Domene en una entrevista que el crítico español le realizara hace poco más de una década –aún no se le concedía a aquél el Premio Cervantes–, y que se trascribe de manera íntegra en el presente número de homenaje-aniversario por los ochenta años del autor de El viaje.

No deja de asombrar la claridad de pensamiento de la que hace gala Pitol (contaba a la sazón sesenta y nueve años años) en esta muy interesante charla. Enumera sucesos de su vida en los que confluyen ciudades europeas, autores, libros, infancia, aspectos de su obra y singulares anécdotas que da la impresión de que en ese instante los trajera anotados en algún escondrijo de su siempre elegante vestimenta. Sabemos, sin embargo, que la obra de Pitol es de igual forma un viaje dentro y fuera de sí mismo, como un vastísimo compartimento en el cual abarcar todo tipo de afirmaciones sobre la condición inmensamente creativa de este admirable hombre universal de las letras.   

Mas ¿qué hizo tan particular la obra de Sergio Pitol desde sus inicios? Pues acaso de modo similar a otro formidable “excéntrico”, Witold Gombrowicz, a quien Pitol conoció muy bien básicamente a través y a partir de la traducción de libros como Bacacay, Cosmos o Diario argentino, nuestro homenajeado, quien “siempre se mantuvo firme a las enseñanzas del maestro polaco” (Raúl Hernández Viveros en su ensayo “Aniversario de Sergio Pitol”), aseveró en cierta ocasión: “aunque en verdad haya caído en una extraña frivolidad, al menos veo muy claro y sé que debemos abrir nuevos horizontes”. Lo primero como una respuesta burlona a algunos de sus críticos (hubo quien se ensañó, por ejemplo, con su novela Domar a la divina garza); lo segundo, como una auténtica convicción de hacia dónde dirigir su trabajo, que desarrolló con creces hasta llegar a formas insospechadas dentro del panorama literario en lengua española de los últimos tiempos.

El número se complementa con un escrito biográfico de Cristina Davó Rubí sobre Pitol, una selección de poemas de Mariana Ruiz Flores, Javier Morales Rosas, Óscar Coyotl, Naaras, Valderrama y Katia Palacios, así como un relato notablemente defectuoso de José Ángel Palacios Castañeda. Carlos Roberto Morán ofrece en cambio dos excelentes reseñas de Una vacante imprevista y Cuervos, de J.R. Rowling y John Connolly, respectivamente. María del Rocío González Serrano colabora con el texto de presentación de Cultura de VeracruZ en la pasada feria de Minería. Cierra este número especial una emotiva semblanza a cargo de Pedro M. Domene dedicada al gran cuentista español Medardo FraileÞ, recientemente fallecido.&



â La Jornada Semanal, 30 de junio de 2013, Núm.: 956
Þ (Madrid, 13 de marzo de 1925 - Glasgow, 9 de marzo de 2013)1​ fue un escritor español de la segunda mitad del siglo xx, autor de teatro, novela, ensayo y crítica literaria. Se le ha relacionado con la llamada generación del medio siglo.

Revista 106, Noviembre/diciembre 2017

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Guillermo Landa
LA CICATRIZ

343 Die worte,  mit denen ich meine Erinnerunq  ausderucke sin meine

'Erinnerungsreaktion.

LUDWIG  WITTGENSTEIN.    Philofosophische Untersuchunqen.

343.   Las palabras con las que expreso mis recuerdos son mi reacción de mi recuerdo.

LUDWIG   WITTGENSTEIN.   

 Investigaciones  filosóficas
En  una  noticia  de  familia  no  divulgada   en  esta  comarca  hay  un objeto  que  marcó  para  siempre  la vida  de  un  niño: Una  mojarra,   ese machete corto  que no  busca  la sangre   caliente  de  los  rijosos, sino  el plantío  de   caña   criolla,  la Saccharum oficinarum, para cortar su abundoso  cultivo y elaborar  panela  en el trapiche del abuelo Benjamín Velásquez  o  hacer la fermentación alcohólica de la  melaza  sacando aguardiente de 72 grados de fuerza  en un alambique  sencillo,  sistema Deroy.

El escuincle, que vacacionaba en los  cálidos  parajes  del   rancho "La  Piña" y daba  en ser goloso  como todo  mozuelo, se abre  paso entre los surcos del bochornoso sembrado,   empuña  con la mano  izquierda   el erecto  tallo  meloso  de  una  caña,   al  mismo  tiempo  que  con la diestra agarra la filosa mojarra,   emblema    de  la  zafra,  para  asestar   un  golpe sesgado  tajándolo hasta dejar pelada su blanca  desnudez  azucarada; pero  un  ínfimo, involuntario  desvío  de la cortadora  afilada  cercena  la envoltura  del  metacarpo  de  la mano  izquierda;  por  la herida  bermellón borbollonea el  mismo  azoramiento   infantil que causaba la vista de las sanguinolentas carnicerías de los Ángeles   Vallejos, los  López  y  los Espejos, tablajeros   estimadísimos  por  la comunidad   huatusqueña    aun por los vegetarianos.

En este punto del accidente  desgraciado  queda  prohibido  el paso al   relato   fantasioso. El   tío   Benja ordenará   al   herido  que   se  orine, repitiendo, sin saberlo,  la propia formula  de Herman  Boerhaave  alumno en 1628  de  la  Escuela  Latina  de  Leyden, que  oficiaba  como  médico    a los  16 años;    preparará  una  motita  con algunos  hilachos  del telar   de la -Epeira  diadema  (pudo   ser   del  Thomisus   viaiticus   o  del  thomisus cambridgii) para  taponar  la grieta corpórea  por donde estuvo  a punto de  salírsele  el corazón. Ahora que destapona  sus   recuerdos   se explicaría que.  merced  a esa práctica   rural sobre  el  uso adhesivo de las telarañas para  evitar el desangramiento, desistiera de  chuparse   la  hendidura y paladear  el  dulce sabor  de la  hemoglobina.

Cual  vestigio   de  aquel  hecho  pugiente   de  la  niñez  sólo  queda  la verrugosa   cicatriz  en bisel  de setenta  y cinco  años  que no da pábulo   al olvido. Así es como  aparece  de nueva cuenta  la  escena  donde  escurría una  espesa   lombriz   de  sangre, que fuera  confundida   con  un  Elaps fulvus, mas  pareciera   una  Arion  hortensis  o  quizá,   por  su  reptante largor semejaríase  a una  Limax maximus (el dedo como gasterópodo sanguinolento)   baboseando el arco palmar de la mano izquierda.

La  picadura  y el  dolor   alojados    en  la oliva   bulbar  (¿ ?)  hacen  su camino  de  regreso   para  indicar    que  el  coralillo    mordió*;   pero  el  ojo advierte   que el agresor  fue  el brazo  derecho  sobre  la  caña:  el denuedo para pelar se transformó  en filo  para  herir.

Un  insecto  con  reflejos   verde   obscuro  y    azul  metálico,  con   tres rayas   negras  en  el

dorso,  entre  las  alas   y  con  cabeza  roja comenzó  a revolotear sobre la impaciencia    del  lesionado; tal  vez se tratara de una Lucilia   Macellaria que hubo olfateado y devisado     desde muchos kilómetros a  la  redonda   el   olor   dulzón   y  violáceo de  la  herida.   Esa moscarda lo condujo   hasta  un  recodo  de  la memoria colectiva junto  a otro  ejambre   necróforo   abonando  la  carroña   del  jefe  de  la  policía el "Neqro"  Palacios    y   sus   esbirros,     quienes orfandaron a   la  grey huatusqueña  de su padre Cama asesinado  en Junio de 1929**.

Sin esperar a que cicatrizara la lesión   causada por el indeliberado machetazo.   cuando  apenas una escama  castaña encarnada  recubría  a la  cortadura,   retomó  sus  estudios    de piano   con  Ejercicio para los dedos de la mano  izquierda del Método  preparatorio   para   piano  por  FERD BEYER:  siguió   con  especial   empeño,  bajo   la supervisión de  la madre doña  Consuelo, los Ejercicios de  la  colección Le  Pianiste virtuose de Monsieur Charles  Louis  HANON,  Maestro  Compositor Honorario  de  la Academia Pontifical de Sta. Cecilia de Roma. Sin que pretendiera  ser un ejecutante   profesional,  ya  en  la   adolescencia, continuó  con  los  "Cien estudios  de piano”   del Erster Lechrmeister  Carl  Czemy,  cruz y delicia   de los   aprendices  de pianista. Como todo diletante sabe, este compositor  y escritor   vienés   aprendió  el   arte  musical con su padre, fue  alumno de Beethoven  y  maestro   de   Franz   Liszt. ¡Qué  generación de  genios! Repasar los Uben mit dem Bab-clef del austríaco, ascender y descender sobre  el  teclado  blanco-negro  las escalas  del francés  fueron la práctica doméstica del joven  huatusqueño.   La salvatela, vena  que  pasa  por el meñique,  pulsaba  a la misma  velocidad  con  que  se inicia todo  arpegio descendente  de la mano izquierda que ahora ostenta su tersa cicatriz.
*Aquí  conviene  citar una anotación  de Wittgenstein   (1953:428-431) que concierne a sensaciones   cinestésicas   con  especial   referencia  al dolor   cuando  dice:  "der  Charakter   eines   Schmerzes  uns  uber den  Sitz der  Verletzung Belehren"   (el  carácter   de  un  dolor  nos  puede  instruir sobre el  lugar  de la herida).


**Clara alusión a la Guerra  Cristera.

REVISTA No. 105 Septiembre/Octubre 2017


 










Mirna Valdés V.

Poemasde un loco

 
(Se transcribe esta reseña incluida en este número 105 de Cultura de VeracruZ):
Caminaba por una calle céntrica de nuestra ciudad. El calor, los autos, el ruido, en fin un mundo muy loco para una grinch como yo, que todo le enfada. Iba distraída pensando en lo terrible que se ha vuelto ser un peatón. Como casi siempre sucede, suele uno encontrarse a los amigos. Así, de repente escucho que alguien pronuncia mi nombre y volteo. Era el poeta Edgar Aguilar a quien hacía unos segundos acababa de saludar. Me presentó su más reciente libro de poesía: Poemas de un loco, editado por Praxis en el año 2016.
Ustedes pensarán que es un invento lo que escribo, y que lo hago para hablar del libro que ahora tengo en mis manos. Es una bella edición, de tamaño media carta, blanco. En el centro de la portada, la imagen de un pequeño pájaro posado en una rama. El pájaro se encuentra en la posición de querer levantar el vuelo, su mirada es inquietante, parece abarcarlo todo. En su interior, una espiral infinita con el título y nombre del autor: Poemas de un loco, Edgar Aguilar.
Podrán o no creer en la sincronicidad del universo, pero a mí me sucede muy a menudo. Abro el libro y leo, un poco con sorpresa: “Extraña coincidencia. /Extraña forma de coincidir. /Las coincidencias son privativas /de un hombre de excelso carácter. /Las coincidencias siguen su curso. /Los sueños se aniquilan /como una falsa vedette. /Los sueños perdidos /serán mi testamento. /Y las coincidencias /mantendrán su curso.
Y digo que fue una extraña coincidencia el saludar a Edgar Aguilar, que él me presentara su libro y que al abrirlo pudiera leer a vuelo de pájaro, su poema: “Extraña coincidencia”. Pues yo iba pensando sobre la locura de vivir en este mundo moderno, las dificultades para relacionarnos como seres humanos; en pocas palabras, para sobrevivir en esta jungla de asfalto, donde la locura es un remedio eficaz para resistir.
En la contraportada del libro se lee: “La poesía es cosa de locos. Pero un loco que se asume poeta es algo especial. O quizá ambos entes sean en todo caso lo mismo, pues poesía y delirio mantienen esa oscura, aunque vital, necesidad de expresar lo que el lenguaje y el hombre comunes no expresan”. Y es que Edgar Aguilar se inspira en la obra de Nicolai Gógol, Diario de un Loco, para inventar un personaje, “Mijda”, que no está del todo cuerdo y es poeta. Es a través de él que nos acerca con sus poemas surgidos de la locura, a los abismos del alma humana.
“Ayer visité la tumba /de un hombre que no existe. /Esa tumba y ese hombre /—que no existe— /me hicieron recordar /lo frugal de la existencia. /De haber existido /ese hombre que no existe / la tumba me hubiera /parecido inexistente. /Algo, me digo, /debo pasar por alto”.
Edgar Aguilar (Xalapa, Ver., 1977). Narrador, poeta y editor. Obtuvo el Premio de Poesía Jorge Cuesta en 2000, convocado por la Universidad Veracruzana. Ha publicado el libro de poesía Ecos (Ediciones Safari, 2007) y el libro de cuentos La torta y otros relatos menos crueles (Ediciones Cultura de VeracruZ, 2010). Dirigió la revista literaria Artemisa.
Afortunados aquellos poetas que pueden escribir aun estando en un psiquiátrico, porque de ellos será el reino de las aves. “Casi no hay amigos /Pero unos pocos pájaros para decir lo que has dicho”.













REVISTA Cultura de VeracruZ 143

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