miércoles, 26 de mayo de 2010

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Narradores veracruzanos y colombianos

Por Alberto Hernández Vásquez


La revista Cultura de VeracruZ, correspondiente a junio del año en curso, y al número 56, ofrece en esta ocasión un breve panorama sobre algunos narradores veracruzanos y colombianos. Dos autores originarios de la capital de Veracruz dan a conocer muestras de su reciente producción literaria. Edgar Aguilar abre estas páginas con su relato “La torta”, en el cual arma la estructura narrativa en base a circunstancias ocasionadas por el desgaste de la vida en pareja. Desde la maestría y esmero del cuento perfectamente elaborado con un sistema de engranajes situados en descripciones y diálogos, Edgar Aguilar se permite demostrar el aparente cansancio y el hartazgo de la vida cotidiana.
Por cualquier imprevisible situación, brota la realidad dolorosa de sentirse cada quien acosado frente a las banalidades de la monotonía a que llegan los seres humanos dentro de la fantasía de vivir aparentemente inmersos en la felicidad de los años juveniles. Un cuento interesante porque demuestra la capacidad literaria de Edgar Aguilar, quien lleva de la mano a sus lectores hasta las últimas consecuencias del enfrentamiento absurdo de no saber qué hacer ante la crisis existencial de cualquier pareja.
Desde Colombia, Juan Carlos Álvarez Herrera, presenta la descripción de la decadencia del medio ambiente, en su relato “Extraño los árboles”. Apasionante texto que demuestra la destrucción de la naturaleza, y refleja la defensa de la ecología. Un panorama desolador del futuro crítico que destruye selvas, mares y ríos. Delante de esta terrible destrucción, los científicos preparan la comida del futuro y la defensa de los restos que todavía no han sido contaminados.
También de Colombia: José María Luna participa con su relato: “Mosto”. Texto fascinante por el misterio que se resuelve en cada capítulo de esta historia de intriga policíaca y con matices de ciencia ficción. Por su parte, el escritor veracruzano Fernando Winfield Reyes da a conocer la elaboración narrativa de “Habitar la memoria de un lugar”. Con bastante objetividad en sus descripciones, se permite balancear la reflexión subjetiva que permite el oficio de escritor.
Se reproducen fragmentos de la novela: “Agua clara en el Alto Amazona”, de Marco Tulio Aguilera, autor originario de Bogotá, pero arraigado ya desde hace varias décadas en tierras veracruzanas. Con esta reciente producción narrativa incursiona en el terreno de las obras maestras que tienen como escenario el paisaje de América Latina. Dentro de esta muestra narrativa, sorprenden los textos de Irving Ramírez: “Fervor por Natassja Kinski” y “Heath Ledger y Brandon Lee”, ya que reflejan el tipo de narrativa contemporánea, en donde se mezclan aspectos autobiográficos, comentarios personales sobre el arte, y al mismo tiempo que destaca el manejo perfecto de la escritura.
En la sección de reseñas destaca el comentario de Fernando Tascende, sobre la “Nueva obra de Marco Tulio Aguilera”. Por supuesto en relación a la novela “Agua clara en el Alto Amazona”. Sin duda alguna es importante enfatizar que se habla del relevo generacional en la literatura colombiana de nuestros días, y al mismo tiempo en general a nivel latinoamericano. Desde luego se reconoce la culminación de una trayectoria personal que se ha permitido construir su propio universo literario. Fernando Tascende advierte que:
“Ahora que los lectores de García Márquez hemos quedado desamparados y desesperanzados al saber o suponer que este autor insustituible posiblemente no vuelva a ofrecernos otra de sus acostumbradas obras maestras –es claro que Gabo ha ido mermando la calidad de sus obras; sin embargo su impronta no la tiene nadie—, nos queda el consuelo de saber que Marco Tulio Aguilera, otro colombiano de la estirpe de los grandes contadores de historias, sigue vivo y produciendo a un impresionante ritmo…”
Para cerrar las páginas de este número de la revista Cultura de VeracruZ, se ubica un trascendental ensayo “La lírica religiosa de Emma Godoy (1918-1989)”, de la investigadora María del Rocío González Serrano. Con bastante profundidad se revisan algunos aspectos de la obra poética de una de las más importantes escritoras de México. Emma Godoy destacó en la docencia y la creación literaria; realizó ensayos acerca de sus autores preferidos, y elaboró extraordinarios textos narrativos. No se debe perder la lectura de este interesante análisis de la obra de Emma Godoy. María del Rocío González Serrano destaca que:
“La originalidad de la escritora guanajuatense radica en las múltiples formas de apelar a la Divinidad; por lo que está en deuda con poetas como San Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Lope de Vega. El empleo que hace del pronombre Tú para apelar a Dios es una influencia directa de los místicos españoles. Evidencia en su escritura, también, una sobrada intención estética, de buscar la imagen perfecta, la palabra exacta, haciendo del ejercicio poético, un espacio de la experimentación, en donde el hallazgo poético prevalece a lo largo de su lírica.”
Las ilustraciones fueron realizadas por Álvaro Brizuela Absalón. De quien se escribe en una nota final lo siguiente: “En el imaginario de Álvaro Brizuela Absalón, que expresa en escritos y policromías antropomorfizadas, relata el eco de las noches vividas en la antigua urbe Tajín. En aquel deambular nocturno, compartido con personajes fantásticos, seres alados y con los totonacas contemporáneos, todos compartieron historias que el antropólogo logró plasmar en los dibujos que ahora revolotean en torno a la Pirámide de los Nichos, y entre las páginas de este número de Cultura de VeracruZ.

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