Jardín fantasma
Es un jardín, pero totalmente fantasma.
Las
plantas están ahí, los troncos, las hojas, los intentos descabellados de un
pasto cansado, sin ánimo alguno de vivir, sin ninguna capacidad más de
congruencia o comunicación interna.
Todo
ahí, como el esqueleto tirado de un cangrejo en alguna orilla de la mar.
Maquetas del recuerdo, que conservan con suma debilidad lo que fueron
ensoñaciones de familia.
Todo
entristecido porque nadie tiene la voluntad de coordinar la mano de un
jardinero.
El
pequeño aguacate lo indica con su tronquito cortado sin ningún criterio.
La
agrietada estatua de una mujer con paños griegos carga un cántaro al hombro.
Alguna vez la bajé al suelo para fotografiarla con gusanos de harina, porque
siempre fue la viva imagen de la decadencia. Desde el día que llegó para
habitar el jardín, fue augurio del venidero abandono.
Un
fresno plantado en el centro vive aún con sus 30 metros de altura. Mi abuela
siempre se quejó de su imponente presencia, tenía miedo de que un rayo fuera a
partirlo y cayera sobre la casa. Miedo análogo al de ser alcanzada por una roca
en la cabeza o ser espiada a través de una rendija de la persiana por algún
vecino inexistente.
Dos
higueras que ahora parecen extraño coral de pantano. Resistieron con todas sus
fuerzas al imbécil filo de un machete. Aún lo hacen, pues en la puntita de sus
ramas, muy lejos del suelo, echan de nuevo sus brotes. Y esperan con ansia los
primeros días de marzo. Lo interpreto como un firme anhelo de revelación, una
vitalidad para ser inalcanzables, para estar lejos del humano que viene a recortarlos. Las
higueras siguen como columnas plantadas con esperanzas y sueños ilusos que
brotan desde los años cincuenta.
Pero
el lugar puede llamarse de otra manera: dibujo terrorífico coloreado sobre
papel con el trazo ansioso de algún niño que se ha cruzado con el ángel de la
muerte. Nada tiene significado y perpetúa el sello de un jardín empacado para
mudanza, pero que nunca fue recogido.
En
el fondo, está condenada una sombrilla de vieja lona deslavada. Qué tristeza,
es imposible que reciba lluvia o sol. Ahora yace junto a una puerta atrancada,
que dicho sea, está sellada con barrotes de hierro de los que escurren gotas de
soldadura. Esa puerta que cruzaba al mundo de los reflejos más duros, reflejos
de victoria y esperanza, de prosperidad ajenas.
La
puerta clausurada ya está cerrada, como si eso iba a provocar el descanso de
alguien. Pero la persona que tenía que descansar ya ha partido. Tal vez se fue
por el peso de aquellos reflejos rimbombantes, embadurnados de falsa modesta
ambición. Porque la ambición de una vida lustrosa y ensoñada en esa ráfaga
funesta que voló por la humanidad a mitad del siglo pasado estaba destinada a
morir o terminar en estanques malolientes de severa confusión colectiva.
Antes,
en la esquina de esa puerta andaban los cara de niño. Se aparecían cada
Navidad cuando había que cruzar al otro lado para cantar y abrir regalos con la
familia modelo.
En
esa esquina, al lado de la higuera está la tumba de Cacao, el perro que
absorbió la enfermedad de Teté y murió al año preciso.
Jardín…
Te
cae la luz por las tardes sin que nadie se bañe en tus colores, sin que ningún
ser atestigüe el mágico tránsito. El gato tal vez, a veces… El nuevo perro y
mosquitas de esas que flotan como distraídas en el aire.
—Si
la luz, o cualquiera de los seres que habitan el jardín fantasma tuviera un
mínimo remanente de ego, ya se habría suicidado. —Es mi lápida de un sueño
doméstico, amamantado por los espíritus del reino industrial.
Foto: Relación humano-naturaleza: Documental Regreso al origen. La cineasta María José Glender retrata una interesante crónica sobre el auto-exilio de un hombre que abandona la vida cotidiana y la civilización.
*
Ciudad de México, 3 de agosto de 1985.
Estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Su ópera prima “Regreso
al origen” fue premiada en varios festivales nacionales e internacionales. A
partir de entonces su trabajo se desarrolla de manera multidisciplinaria. Su
proyecto de fotografía MM apareció en la revista Handbali Magazine, en
España, 2020. Actualmente MM se desarrolla como proyecto web y fotolibro. Una
compilación de 109 poemas está siendo editada por Coníferas tropicales en la
Ciudad de Oaxaca, al mismo tiempo que lleva una producción escultórica en
cerámica que investiga el vínculo entre la naturaleza, el cuerpo y las formas
de habitar el espacio.
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