______David Roas:
crearnos nuevos miedos________
Es usted un teórico y el impulsor de la literatura fantástica en
España, ¿goza de buena salud el género?
Ya hace algunos años que no dejo de insistir en que vivimos buenos
tiempos para lo fantástico. Y no solo por la creciente cantidad de escritores y
de escritoras que lo cultivan, sino también por la atención que le están
dedicando la crítica (periodística y académica), las editoriales e incluso los
premios literarios (Cristina Fernández Cubas ganó el Premio Nacional de
Narrativa en 2016 -y el de la Crítica en 2015- con un libro de cuentos
fantásticos: La habitación de Nona… uniéndose en una misma persona tres
elementos poco valorados en estos premios: ser mujer, escribir cuentos y que
muchos sean fantásticos). Un interés por la literatura fantástica que también
se debe en parte a la importante presencia que el género está teniendo en la TV
actual (no me olvido del cine, pero ahí lo fantástico siempre ha tenido su
lugar especial).
Así, y volviendo a lo que decía al principio de mi respuesta, me
parece muy revelador que editoriales de prestigio no especializadas en lo
fantástico, como Anagrama, Impedimenta o Páginas de Espuma, incluyan en sus
catálogos una buena muestra de la literatura fantástica que se está haciendo en
España y Latinoamérica.
A ello hay que añadir otro buen síntoma: en los últimos años están
surgiendo nuevas editoriales y colecciones específicamente dedicadas a la
publicación de obras que exploran los diversos caminos de lo no mimético
(fantástico, insólito, ciencia ficción, weird…): basta citar la editorial
albaceteña InLimbo, dirigida por Ana Martínez Castillo, una de las creadoras
fantásticas actuales más destacadas, o la colección “Las Puertas de lo
Posible”, que Natalia Álvarez, experta en lo fantástico, dirige dentro del
sello Eolas. El trabajo de estas editoriales está resultando esencial para
visibilizar y potenciar el consumo y la creación de obras fantásticas en
nuestro país.
También resulta muy revelador la importante presencia que está
teniendo lo fantástico entre los investigadores universitarios a través de
proyectos nacionales subvencionados, grupos de investigación, revistas, tesis
doctorales y, evidentemente, el también creciente número de ensayos y artículos
sobre la materia.
Aunque todo eso no significa que debamos relajarnos, pues todavía
hay quien piensa que lo fantástico es simple evasión, literatura de segunda,
entretenimiento banal… Todavía queda mucho por hacer
Espero que se sienta usted el representante del horror en este
país
Eso lo dirán los lectores y las lectoras… Ahora mismo hay un
amplio y variado grupo de escritores y escritoras españoles que, por caminos e
intenciones diversos, estamos cultivando lo fantástico y lo inquietante de
forma muy renovadora. Desde los maestros todavía (muy) en activo, como Cristina
Fernández Cubas y José María Merino, pasando Fernando Iwasaki, Ángel Olgoso,
Manuel Moyano, Patricia Esteban Erlés, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Félix J.
Palma, Jon Bilbao, Ana Martínez Castillo, Gemma Solsona, María Zaragoza Ariadna
Castellarnau, Santiago Eximeno, Ismael Martínez Biurrun… La lista es ya muy
larga para repetirla aquí. A estos nombres habría que añadir la también
creciente lista de autores y autoras actuales que cultivan lo fantástico en
catalán, gallego y vasco.
¿Nuestra infancia ha quedado dibujada en los miedos que sufrimos?
No sé si eso se puede afirmar en sentido general, pero es cierto
que las experiencias infantiles -en este caso con el miedo- nos marcan en la
edad adulta. Aunque los adultos somos también especialistas en crearnos nuevos
miedos. En mi caso, solo permanece el constante miedo a la muerte (no al hecho
de morir, ni de pensar en muertes terribles o dolorosas, sino al inaceptable
hecho de la desaparición absoluta), que me acompaña desde mi más tierna
infancia y que uno va capeando como puede.
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