jueves, 14 de marzo de 2024

REVISTA Cultura de VeracruZ 143

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REVISTA 143




MERCEDES ESCOLANO

CATULO

DIXIT

 

(Cádiz, España, 1964) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz y prosiguió estudios de doctorado en la Universidad de Sevilla. Durante 34 años ha sido profesora de Lengua y Literatura Castellana en institutos andaluces. Ha publicado los siguientes poemarios: Las bacantes (1984).  La almadraba (1886). Felina calma y oleaje (1986). Estelas (1991; 2ª ed., 2005). Reales e imaginarios (1993).  Malos tiempos (1997; 2ª ed., 2001). No amarás (Cádiz, 2001).  Islas (Madrid, 2002).

Juegos reunidos. Poesía 1984-2004 (2006). Fascinación del Atlántico (pliego) (2007). Café & Tabaco (2007). La bañera de Ulises (2008). Habitación de hotel (2010).  Jardín salvaje (pliego) (2011). Placeres y mentiras (2019). Belleza (pliego) (2021). Jardín salvaje (2022)


  ¿Su aliento es el aliento de las rosas?

–No.

¿Su pie es la pluma más leve de la tierra?

–No.

¿Es su cabello un finísimo hilo que el sol tejiera?

–No.

 

Pero Lesbia, cuando duerme, me parece

un cervatillo adorable, inocente y mullido,

acurrucada a mi lado, sin peligro

de que dardos y sucias habladurías la hieran.

Cuando despierta, en cambio, cambia su semblante.

Adopta un gesto altivo y una postura de defensa,

sabiendo que son muchos maldicientes

los que esparcen rumores de casa en casa.

Toda Roma lo sabe: esta fierecilla indómita

no está dispuesta a agachar la cabeza

y someterse al marido que tanto le aburre.

Prefiere ir de unos brazos a otros,

brazos siempre fuertes y jóvenes,

no necesariamente de patricios,

y apurar copas de vino de Falerno

con ansia, sin sentido de culpa.

A mí me desprecia y utiliza, como a todos,

y solo a ratos se acuerda de mis besos.

Piensa que este pobre tonto

puede darle con su pluma la fama

que tanto codicia la muy puta.



viernes, 12 de enero de 2024

REVISTA Cutura de VeracruZ 142

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REVISTA 142




Antonio

Enrique

VIENDO CAER

LA TARDE

(Selección)

 

Antonio Enrique (Granada, 1953), de la Academia de Buenas Letras de Granada, es autor de una vasta obra en los géneros de poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Como poeta, ha publicado dieciséis libros, siendo los últimos Santo Sepulcro (1998), El reloj del infierno (1999), Huerta del cielo (2000), Silver shadow (2004) y Viendo caer la tarde (2005). La Armónica Montaña (Akal, 1996), Kalaát Horra (Montraveta, 1991; reimpresa Las praderas celestiales Comares, 1999), La luz de la sangre (Osuna, 1997; Quadrivium, 2008), El discípulo amado (Seix Barral, 2000) y Santuario del odio (Roca, 2006) constituyen sus novelas, siendo autor, asimismo, de Cuentos del río de la vida (Temas Accitanos, 1991; Ideal, 2003). Su labor de crítica literaria está contenida en unos cuatrocientos comentarios, en revistas y prensa especializada. Como ensayista, finalmente, cuenta con los libros Tratado de la Alhambra Hermética (1988, 1991 y 2005; versión inglesa, 2007), Los suavísimos desiertos (2005) y El laúd de los pacíficos (2008).

Viendo caer la tarde (Fundación Caja Rural del Sur, Granada, 2006). Crisálida sagrada (Cajasur, Córdoba, 2009). Cisne esdrújulo (Diputación, Granada, 2013).  El amigo de la luna menguante (Carena, Barcelona, 2014). Al otro lado del mundo (El toro celeste, Málaga, 2014). La palabra muda (El gallo de oro, Bilbao, 2018). Los cementerios flotantes (Carena, Granada, 2023). Traducido como poeta a las lenguas habituales y representado en las antologías comunes a su promoción literaria, fue decidido impulsor de la denominada literatura de la diferencia. Reside en Guadix, donde desempeña tareas docentes y está al cuidado del aula Abentofail de poesía y pensamiento. En su misteriosa Guadix lo conocimos y descubrimos la sabiduría   de este extraordinario autor, y desde entonces continua su imagen en nuestro pensamiento. Cultura de VeracruZ, entonces editó su número a la Academia de Oriente  .

 

 

 

¿A QUIÉN abrazar? ¿A quién

voy yo a abrazar ahora?

Curiosa observación: cuando se llora de verdad

la lágrima no destila del lagrimal,

sino que brota del ojo entero.

No han parado de chirriar las golondrinas.

Y sí, hoy llegó al fin el presente

con la kipá y el Sidur ha-Merkaf,

el viejo libro de meditación y oración.

¿Cuántas generaciones hubieron de pasar

para poder sin pavor abrirlo

y comprobar sus letras

como huecesillos dispersos del buen Dios?

En algún lugar olerá a nardos,

perpetuamente. En algún lugar

habrá gentes que huelan a nardo,

de tan ligera como tienen el alma.

La casa pareció hundirse

bajo la catarata de golondrinas.

No sólo se llora a veces con el ojo entero,

sino que todo el cuerpo son los ojos.

¿A quién abrazar ahora?

¿Habrá que abrazar a las paredes?

¿Habré de abrazarme a mí mismo?


 

 

 

 

 

 

 

 

 


LA GRACIA de la rama oscilante

cuando el pájaro acaba de saltar.

El gozo del sol dando en el hueco

de las alas del pájaro en el aire.

Y ese milagro del trasluz

de la migaja que llevan en el pico.

Está la tarde a reventar de plenitud.

Se quitan el trino unos pájaros a otros.

Y el agua en las acequias

centellea contra las hojas de los árboles,

transidos mientras la brisa los recorre.

La vida borda sus perfiles,

como la oruga en el huevo teje la seda.

El silencio a sí mismo se devana.

Se movió la rama sin pájaro y sin aire.

El sol se está ocultando.

 

ZAPATOS ROJOS, negros, grises, amarillos;

zapatos de piel, charol, raso, terciopelo,

altos, bajos, duros, livianos,

de fiesta, de invierno y primavera:

los limpio, mientras voy limpiando

mi vida y la tuya de tantas equivocaciones.

Sólo esto quedó de ti. Y tus pasos,

que aún no han acabado de extinguirse.

 

Y SI en vez de la luna,

aparecieras tú de repente.

En el horizonte ha quedado

una cinta de espuma reverberante.

A veces ocurre así en el crepúsculo.

Puesto, el sol aún flamea.

Nada de viento, nada de estrellas,

todavía. Calma. Calma

como un mar en que nos hubiéramos

extraviado. Se le ve, al silencio,

la vela que lleva henchida.

Podría irme, volver, sentarme,

levantarme. Y la tarde seguiría

ahí, aplacada sobre el horizonte,

como una mariposa azul gigante.

¿Quién eras tú, que te apareces?

Arriba estás, brillando. Remota.

 

 

 

SE MIRABAN toda la tarde. Estaban

mirándose toda la tarde,

el uno junto al otro, sin hablar.

Quietos, como agazapados bajo el calor

en las tardes interminables del estío.

El sol dibujaba en las paredes

las listas de las persianas echadas.

Se adensaba el sopor en el agobio.

Si acaso, se alzaba una mano

con la toalla al cuello para enjugarse.

Y se estaban así, uno

junto al otro, los abuelos.

No se hablaban, para qué, si estaban

juntos. Respiraban

un mismo aliento, sabían

que uno de los dos moriría antes.

Y qué sería del uno sin el otro.

Huele, la carne vieja cuando suda,

a rosas asfixiándose en un jarrón.

Se miraban. No se hablaban.

La tarde, simplemente, sucedía.

 




martes, 21 de noviembre de 2023

REVISTA 141 Septiembre / Octubre 2023

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REVISTA 141



                  Albert Torés

Juan Gómez Macías

y los valores del

el Humanismo

 

Cantavieja (Teruel) el 17  de diciembre de 1950, vive en el Campo de Gibraltar desde muy temprana edad. Reside en San Roque (Cádiz) de la que fue nombrado Hijo Adoptivo en el año 2002. Realizó estudios de Magisterio e inició los de Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla.

 El Campo de Gibraltar no es un verso suelto sino un poema contundente. Hasta con mala prensa ha logrado consideraciones excepcionales, por ejemplo, sentirse como la novena provincia andaluza. En cualquier caso, resuelto mi vínculo con el territorio, muestro también mi admiración por su bagaje creativo. Desde la gestión cultural (entre muchos otros quehaceres) encarnada con magisterio en la figura de Juan José Téllez hasta la perfección acuarelista (entre muchos otros quehaceres) del artista Juan Gómez Macías, pasando por la poesía (entre muchos otros quehaceres) de Paloma Fernández Gomá. No digamos ya los dibujantes y pensadores Carlos Pacheco, Andrés Vázquez Sola, José Orihuela y nuestro añorado Carlos Castilla del Pino, o el sonido más puro del jazz en piano de Juan Galiardo. No digamos el legado de la interpretación de Juan Luis Galiardo o de la magia del fútbol en Adolfo Aldana. No digamos los Sánchez Espinel, los Trino Cruz, los Ismael Cabezas, César Aldana y mi querido Domingo Faílde. Tierra de creatividad y solidaridad, omitiendo centenares de nombres. En ese abanico, me fijo en Juan Gómez Macías, ya preparando una nueva exposición colectiva de la que he tenido la fortuna de conocer la obra “Arcoíris”. Sencillamente, una obra plena, sugerente, sensual y envolvente. Paralelamente, constataremos que su obra pictórica corre paralela a su propuesta literaria. Muy seriamente, entiendo que Juan Gómez Macías es el poeta más pictórico y a la vez el pintor más lírico de nuestro panorama. Son diversas las series dedicadas a la literatura, especialmente a nuestro Premio Nobel Juan Ramón, del que es no solo una extraordinario lector y especialista sino también un apasionado admirador. Esa honestidad, pasión 

y humanismo solidario es el eje vertebrador de su obra.

En una excepcional edición de gran formato a cargo de Pedro Tabernero y con unas colaboraciones literarias tan rigurosas como sugerentes a cargo de Jaime Concha, Hernán Loyola, Darío Oses y Alain Sicard se nos ofrece una verdadera joya bibliográfica. Neruda en su condición de poeta de la materia, encontró dos grandes espacios míticos: El mar y la tierra. “En esta frontera, o Far West de mi patria, nací a la vida, a la tierra, a la poesía y a la lluvia” más “quien no conoce el bosque de Chile, no conoce este planeta”, nos deja escrito el poeta. En esa suerte de inventario poético del mundo, el artista Juan Gómez Macías acompaña al Premio Nobel con unas ilustraciones que ofrecen una perspectiva histórica y visual de esta obra. Lo hará con más de medio centenar de obras, óleos y técnicas mixtas que en palabras del editor “conjugan grafismos figurativos y expresionistas muy cercanos al espíritu nerudiano”.

Por tanto, Las piedras de Chile no son sino la emblemática proyección de una paradoja, esto es, la angustia interior de un poeta excepcional como es Neruda y a la vez, de un testimonio de amor hacia su país con esa insistente presencia no ya de las piedras sino de un léxico esencialmente mineral que adquiere de manera natural categoría de poesía única. Destacar sin duda las aportaciones del artista, pintor, escritor, humanista solidario, Juan Gómez Macías para quien evidencio una enorme admiración por su obra. A ciencia cierta, es el pintor con mayor esencia literaria del actual panorama, tan relevante por otro lado que es rasgo formal de su pintura.

 

Agradecemos a nuestro amigo Juan Gómez Macías por su amistad, y la trascendencia de su obra en las Artes Plásticas y la Literatura.



jueves, 7 de septiembre de 2023

REVISTA 140 Julio / Agosto 2023

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REVISTA 140


Denise

Armitano

Cárdenas*

AMAR HASTA 

LA MUERTE

Ilustración: Jean-Viollier (1896 – 1985), L’épouvantail charmeur III (1928), óleo sobre tela, 71 x 51 cm, Asociación de Amigos del Petit Palais, (Ginebra, Suiza), Fotografía de Patrick Goetel.


*Venezuela, 1969. Narradora, publicista y traductora. Fundadora y editora de la web literaria Contexturas.org. Ha publicado narrativa, crónica y ensayo en diversos periódicos, revistas y antologías de América Latina: Papel Literario (El Nacional), La voce d’Italia, Revista Brevilla, Letralia, Revista Plesiosaurio, Editorial EOSVilla, editorial Kañy y Editorial Lector Cómplice. Se ha formado en talleres literarios de destacados escritores latinoamericanos. Pertenece al Colectivo Internacional de Minificción para fomentar y ejercer la minificción.

 

 

El lunes, José Alberto Lescano no acudió a trabajar. Al día siguiente tampoco. El patrono y Toni, uno de los pocos compañeros con los que José Alberto entablaba conversación, se alertaron pues éste nunca faltaba y tampoco solía enfermarse. ¿Acaso habría sufrido un accidente o habría sido víctima de un robo, de un secuestro? Se presentía lo peor. El miércoles en la tarde, Toni decidió ir a buscarlo. Llamó a la puerta, gritó, pero nadie atendió. Tras forzar una ventana logró entrar en la vivienda.

 

El olor a descomposición anunciaba la desgracia: en el dormitorio sumido en la penumbra, al pie de la cama, yacían dos cuerpos inmóviles, el de José Alberto junto al de otra persona. El hombre estaba completamente desnudo mientras que el otro cuerpo vestía una harapienta blusa de flores y un sombrero que le disimulaba el rostro. Revuelto y anonadado por la escena, Toni corrió a buscar a la policía. Pronto llegaron los expertos forenses para determinar si se trataba de una escena del crimen o de la muerte natural de ambas personas.

 

José Alberto Lescano, de unos 58 años pasados, era robusto, con una salud inquebrantable y la fuerza física que muchos jóvenes hubiesen querido tener. Llevaba toda la vida trabajando en el campo, en la provincia de Buenos Aires, y ninguno de sus patronos había tenido quejas de él. Al contrario, al momento de las cosechas cuando se necesitaban más brazos fuertes muchos se lo disputaban. Lo convencía el que le ofreciera la mejor paga. De escasas palabras y trato poco afable, rara vez se le veía en las fiestas populares o en la iglesia de la pequeña localidad de Balcarce, salvo en Semana Santa o en Navidad. De vez en cuando iba al bar donde se reunían sus compañeros de faena para ver algún partido de fútbol, pero siempre se mantenía al margen de juergas exaltadas.

 

Desde que su esposa había desaparecido sin dejar rastro, hacía unos veinte años, José Alberto parecía haberse acostumbrado a su viudez forzada. Nunca se le veía en compañía femenina. Tampoco era un buen partido: solo un simple trabajador agrícola sin bienes ni fortuna, apenas una casa derruida en la que pasaba la mayor parte del tiempo cuando no estaba trabajando. La barbera del pueblo, igualmente viuda, había intentado ligar con él pero sin mayores resultados. Sólo una vez, al masajearle las sienes con cierta intención seductora, percibió que un bulto se hinchaba de manera notoria bajo el pantalón de lona del agricultor. No pasó de allí. El hombre disimuló la exaltación bajo su sombrero y soportó estoicamente el corte de pelo. Luego pagó y salió sin decir una palabra.

 

Para saciar sus impulsos sexuales, José Alberto solía practicar la autosatisfacción. A veces la excitación era propiciada por el recuerdo de alguna mujer vista de soslayo en el mercado de los sábados. Allí acudían bellas mujeres de las villas vecinas, e incluso turistas de la capital. A esas, trataba de fotografiarlas en su mente para luego evocarlas en sus momentos de intimidad solitaria.     Otras   veces,     recurría   a cuadernillos con fotografías pornográficas que compraba siempre ocultos dentro de un diario anodino en el quiosco de la plaza. También estaban los videos picantes que adquiría, de la manera más discreta posible, junto con películas de acción o comedias. Todos esos estímulos formaban parte del mundo erótico-onanista de José Alberto. Hasta el día en que apareció Susana…

 

Cuando la vio en el mercado supo que ella era para él: de cabello rubio como la paja dorada, madura pero con figura de jovencita, ancha de caderas, de piel lechosa, labios turgentes como frutas rojas recién cogidas.

 

El sexo no se hizo esperar. Para José Alberto, Susana era la amante ideal: muy callada y dócil… Casi sumisa. La amaba desenfrenadamente, con un amor físico salvaje, como para resarcir tantos años de placer en solitario. Sin embargo, una vez que gozaba con el cuerpo de Susana quizás de manera un poco impersonal y sin preocuparse mucho por el placer de ella el otrora tosco agricultor la trataba con suma delicadeza, colmándola de atenciones: Vos te quedas quietita que yo hago todo decía, y luego tarareaba una milonga amorosa entre dientes.

 

Un viernes, al finalizar la jornada en el bar, Toni le comentó que lo notaba más alegre, más suelto, menos huraño:

 

—¿Te sentís bien? preguntó entre copas cualquiera diría que tenés mujer en casa

—Puede ser —contestó José Alberto con timidez y una leve sonrisa.

—Ahhh, ¿te juntaste con Mabel? Esa barbera te tiene ganas desde hace tiempo, mirá que se lo ha dicho a mi mujer. Además comenta que vos parece que estás bien dotado.

—No, esa es una cualquiera. Mi Susy es un ángel, es pura, sólo ha sido mía —respondió José Alberto con tono glacial.

Alzando los hombros incrédulamente, Toni replicó:

—Eso dicen todas… saben disimular. Cuidado y la tal Susy es menorcita y te metés en un problemón legal.

 

Al acercarse a los cadáveres, la policía comprobó que José Alberto tenía una expresión de goce en el rostro y que Susanita estaba toda despelucada, con la mirada vacía y el pintalabios corrido. Ante el “macabro hallazgo”, comenzaron a correr las especulaciones y las burlas por parte del personal policíaco y forense: que si le había dado un infarto, que si había sido por el susto porque  Susanita le había susurrado cosas aterradoras al oído, que si la muerte había ocurrido al momento del orgasmo, que si el juego sexual “se le había ido de las manos”… Los policías y los forenses se deleitaban haciendo gestos y chistes subidos de tono a cuesta de un pobre hombre demasiado solo y preso de su fantasía: lo que parecía ser el cuerpo de una mujer en realidad era un muñeco de paja de los que se usan en el campo para espantar a los pájaros y otros animales.

 

Con los ojos llorosos y la voz entrecortada, genuinamente acongojado, Toni declararía en televisión: “Yo era su único amigo, su confidente. Dicen que hacía cosas raras, que era un pervertido… pero yo sólo sé que amó a Susana hasta la muerte”. 


 

 


viernes, 7 de julio de 2023

REVISTA 139 Mayo / Junio 2023

 

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REVISTA 139



Roberto Bravo

Beltrán

LA

FIESTA INTERMINABLE

 



Conocí a Astrud Gilberto cuando el gordo Caballero

llevó su disco a la cafetería de la escuela y le escuché

decir:

   --Es el nuevo álbum de Astrud

   --¿Astrud?--,me pregunté

    ese no es un nombre

 

Vi su rostro en la portada

me gustaron sus facciones de niña

sus ojos de asombro

 

Pensé en su extraño nombre

y al escucharla, supe el origen

de las canciones que tocaban

los fines de semana

en el café frente al parque Juárez

 

Conocí después a Joao Gilberto

--su esposo--, a Vinicius

a Antonio Carlos Jobin, y mucho después

la historia de su vida

su ruptura con quien le dio su nombre

y su romance con el no menos virtuoso del sax

Stan Getz

 

A muy pocas personas se les ha concedido

ser parte de un extraordinario grupo de artistas

 

La tersura de su canto –sus voces

su apasionada entrega a la música

colmaron instantes en los que me sentí

parte del todo al que pertenezco

 

Me enteré hoy qué ayer murió Astrud

Joao Gilberto lo hizo al comenzar el año

Tom, Stan Getz y Vinicius tiempo atrás

 

Me sorprendió decir que morir a los 83

es una edad temprana para hacerlo

 

Murió también el gordo Caballero

hace tanto que no supe cuando

 

En diciembre que volví de visita

encontré Xalapa hecha una

incertidumbre víctima del progreso

 

No ubiqué mis referencias de antaño

 

La ambición de ir siempre hacia adelante

hacen al mundo una ficción

 

Escucho los quintetos para flauta

de Luigi Boccherini –atardece

 

El cuadernill o del disco dice que

Boccherini murió hace 208 años

 


¿Qué son doscientos ocho años?

 

Doy un sorbo al brandy

 

Veo los discos en sus casilleros

 

Miro también el reproductor de música

una flauta brota de el –un dulce sonido.





REVISTA Cultura de VeracruZ 143

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